En la profundidad del hogar, pequeños protagonistas actúan como si nadie los observara, como si la cámara permaneciese oculta en un rincón de la intimidad. El límite entre lo real y lo ficcional se desdibuja frente a la mirada del lente intruso. La luz reposa sobre momentos cotidianos y repone la belleza pictórica de lo simple. Fotografías que nos invitan puertas adentro.
En otro espacio, un álbum se abre y da cuenta del tiempo vivido. Una familia se arma de actualidad a partir de lo recuperado, y la memoria reúne a los presentes con los que ya no están. Recuerdos corroídos, fotos añejas y espejos agrietados se presentan como partes de un mismo rompecabezas. Imágenes que yuxtaponen momentos para fijar un nuevo relato temporal, colmado de identidad.
Lo íntimo y lo familiar, espacios que se desbordan y nos convierten en espías y cómplices de sus vivencias.
En otro espacio, un álbum se abre y da cuenta del tiempo vivido. Una familia se arma de actualidad a partir de lo recuperado, y la memoria reúne a los presentes con los que ya no están. Recuerdos corroídos, fotos añejas y espejos agrietados se presentan como partes de un mismo rompecabezas. Imágenes que yuxtaponen momentos para fijar un nuevo relato temporal, colmado de identidad.
Lo íntimo y lo familiar, espacios que se desbordan y nos convierten en espías y cómplices de sus vivencias.
Vanesa Gato |
Facundo Jalil |